¿Reforma 2.0 en energía?

Lo ideal sería que se pudiera realizar una Reforma Energética 2.0 en la próxima administración federal, si esto fuera posible, comentó Guillermo García Alcocer, presidente de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) en un evento reciente, refiriéndose  a la pesada tramitología y la conveniencia de simplificar y mejorar la regulación energética.

También la ex Subsecretaria de Hidrocarburos, Lourdes Melgar, dijo hace poco que hay una “gran Reforma pendiente en Pemex”, que significaría rescatar su salud financiera derivada de su abultada carga sindical y laboral.

La compañía estatal ha sido “mal administrada”, como en el caso de la compra de plantas chatarra de fertilizantes. Pemex resintió, además, un “recorte de 75 por ciento de su presupuesto” que afectó sus resultados.

La caída de la inversión pública aconseja a favor de hacer una oferta pública de acciones de Pemex en Bolsa. Ésa fue la gran emisión de la Reforma Energética, según el ex director Jesús Reyes Heroles González-Garza.

A su vez, el Presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, Juan Carlos Zepeda, en un evento en Londres en el mes de marzo, planteó que se podría colocar una parte minoritaria de acciones en Bolsa, porque Pemex carece de fondos suficientes para explorar y desarrollar sus campos petroleros.

En ese contexto, cobra relevancia el dato de que Pemex ha cerrado 4 mil pozos petroleros en este sexenio, es decir, un tercio del total de pozos en operación. Una nueva etapa de reforma podría transferir esos pozos a otros operadores. De preferencia, éstos serían pequeños y nacionales y asumirían el riesgo de operarlos. Implicaría promover un nuevo esquema de explotación y de negocio, diferente al de los grandes bloques que licita la CNH. Por otra parte, si se pretende resolver en serio la caída en la producción de hidrocarburos, la experiencia norteamericana indica México tendría que encontrar la fórmula para detonar la explotación de shales.

Si bien hay muchos elementos virtuosos en la Reforma Energética del presente sexenio, es innegable que los resultados, hasta ahora, han sido lentos y que se perdió soberanía energética al producir menos e importar más gas y gasolinas para atender nuestra explosión demográfica dejando al país dependiente y vulnerable frente a las decisiones comerciales de Donald Trump.

En materia eléctrica, los logros de la Reforma actual pronto quedarán ampliamente rebasados por la dinámica de las transformaciones de las sociedades.  Vienen los tiempos de los autos eléctricos, redes inteligentes, internet de las cosas, superbaterías y robots. Esto obligará a una Reforma 2.0 y luego una 3.0 y 4.0, para revolucionar la legislación eléctrica y acomodar nuevos modelos de negocios, tecnologías y digitalización de procesos que incidirán en las formas de producir, cotizar y consumir la electricidad.

La transición energética se intensificará y traerá enormes retos.

Una Reforma Energética 2.0 en la próxima administración no sería un capricho. Más bien, es una imperiosa necesidad

 

Fuente: Energía a Debate  12 de junio de 2018